viernes, 1 de septiembre de 2023

Ni la sequía ni el aguacate; El problema es la codicia: Jesús Solís Trujillo




NI LA SEQUÍA NI EL AGUACATE; EL PROBLEMA ES LA CODICIA.
Este es el estado actual de nuestro río Guadiaro a su paso por el puente que une Tesorillo con Secadero. Un estado lamentable, sin paliativos, en el que, al menos yo, no recordaba haberlo visto nunca.
Vamos a contestarnos a una pregunta: “¿Por qué ha dejado de correr el agua en el Guadiaro en su tramo medio-bajo?”
Hay dos respuestas que a todos se nos pueden venir rápidamente a la cabeza:

Por culpa de la sequía y la falta de precipitaciones
Por culpa de los aguacates
Pues yo tengo claro que no es por ninguna de las dos cosas.
En el primer caso, es cierto que atravesamos una época de sequía severa, eso es indudable, sin embargo, la pluviometría de este año en nuestra zona y en la cuenca del Guadiaro ha sido muy parecida a la de los dos últimos años y sin embargo ni en el verano de 2022 ni en el de 2021 el río se secó ni en el mes de julio ni en el mes de agosto. Es más, en años mucho más seco que el actual el río no ha llegado a dejar de correr por completo a su paso por nuestro pueblo.
La otra opción, el cultivo del aguacate, tampoco es el motivo de la falta de agua en nuestro río. O al menos no debería ser el problema. Me explico:
Estamos enclavados en un lugar privilegiado para muchas cosas, también para la agricultura. Nuestro pueblo tiene gran parte de su territorio bajo la influencia del Valle del Guadiaro, tierra fértil y rica, en parte debido a las inundaciones e influencia del propio río Guadiaro, junto a sus afluentes principales, el Hozgarganta y el Genal. Desde el principio de nuestros días hemos cultivado sin problema en sus tierras de regadío, fundamentalmente arroz y naranjas. Sí, arroz. Cultivo que ha necesitado la inundación constante y continua de sus plantaciones para su producción. Y naranjos con riegos a manta con un gasto desmedido de agua. Y a pesar de esto, nunca, o prácticamente nunca hemos visto el río así, salvo en ocasiones muy excepcionales.
Dicho esto, no parece lógico que ahora, aunque haya prosperado el cultivo de aguacates, con sistemas de riegos mucho más modernos, que aprovechan el agua al máximo e incluso con controles de humedad, falte agua en el río.
Entonces, ¿cual es la respuesta a que nuestro río, nuestro tesoro más preciado, haya dejado de correr?
La respuesta es más sencilla: “POR LA CODICIA, LA PERMISIBILIDAD Y LA FALTA DE CONTROL”.
Lo que ha secado nuestro río no ha sido la sequía o el aguacate, ha sido la codicia de aquellos que han pensado que todo es susceptible de ser sembrado de aguacate, ha sido la permisibilidad de aquellos que tienen la obligación de controlar dónde no se puede sembrar y ha sido por la falta de control de quienes tienen la obligación de llevar a cabo los controles pertinentes.
Tesorillo no tendría problemas con el aguacate si se hubiese sembrado de esta planta subtropical la parte de regadío de nuestro término municipal y de los municipios colindantes. Ahí no debería haber faltado agua, al menos este año todavía. El problema es que se ha inundado de huertas de aguacates todos los cerros de secano que hasta hace sólo unos años estaban sembrados de trigo, girasoles o simplemente nada, porque a esos terrenos ni llega ni debe llegar el agua del río ni de nuestro canal. A esos terrenos sólo debe llegar el agua que cae del cielo.
Se han permitido plantaciones de miles de hectáreas en zonas de secano a base de pozos (legales o ilegales da igual), a base de embalses artificiales de millones de metros cúbicos que se llenan del río, o a base de bombas de extracción de agua incontroladas directamente del río.
Y todo esto gracias a la codicia de aquellos terratenientes que no han querido permitir que seamos los pequeños agricultores de siempre quienes después de muchos años de penurias con nuestra agricultura dedicada a la naranja, hayamos encontrado la forma de seguir sosteniendo nuestra economía gracias a esa misma agricultura, ahora con la plantación de aguacates.
El río Guadiaro sostendría sin problemas las plantaciones en su zona de regadío, lleva siendo así casi un siglo y medio, lo que no soporta el río es la permisibilidad que los responsables de su gestión están teniendo con quienes quieren sembrar aguacates hasta en el tejado de las casas.
Nosotros somos privilegiados en épocas de sequía respecto a otros lugares de nuestra Comunidad Autonoma o de nuestro país ya que bebemos de dos pantanos y regamos nuestras tierras de un río que nada tiene que ver con esos pantanos. Eso nos sitúa en una posición de privilegio. Sin embargo, nosotros mismos hemos permitido la perversión del sistema.
Como siempre, volveremos a pagar los de siempre, los de abajo. La cadena siempre se rompe por el eslabón más débil.

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