Hoy, entre apagones y silencios, quien ha sacado pecho ha sido el viejo transistor de pilas. Mientras móviles, televisores y ordenadores caían uno tras otro como soldados rendidos, este pequeño héroe, con sus dos pilas medio gastadas, seguía informándonos como si tal cosa.
Qué grande eres, transistor. Tan modesto, tan olvidado en un rincón... y hoy, gracias a ti, hemos podido saber qué pasaba en el mundo. Prometido queda: te pondremos pilas nuevas y te haremos el hueco que mereces en la vida moderna.
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