domingo, 1 de julio de 2018

RIZANDO EL RIZO . POR SALVADOR DELGADO MOYA


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            Hace ya un año de mi publicación hacia el insigne Ernesto González Martín, cuyo título ondeó como “Rizos de Orgullo”ver aquí. Utilicé la palabrería justa y necesaria, haciendo constar que no era hipocresía,  sino verdades como puños. Así lo atestiguó la aceptación popular que tuvo.

            Pues bien, estos días, compartiendo la amistad que me une con su queridísimo padre Ernesto, me hace referencia de los logros y sufrimientos de su hijo.
            Ni que decir tiene, que este lugar puede presumir de unos estudiantes con una categoría y calidad suprema,tanto humana como intelectual, que  llevan al máximo la consecución de sus objetivos y que da como resultado unos padres pletóricos, felices y orgullosos.
            Pero el inciso que me permito hacer no es muy normal. Esta “criaturita” (me refiero a Ernesto hijo) marchó a Granada para desarrollar estudios de Física en la Universidad de Granada.  Todo normal. Esfuerzo, noches sin dormir, nerviosismos, agobios, lejanía con la familia, en fin, un sin fin de trabas.
            `Pero estoy convencido  que después de pasar por todo lo que ha pasado, el destino, la casualidad, o la puñetera vida te acecha sin darte tregua. Y como eres un joven inquieto, necesitabas visitar otro hospital, en este caso el Virgen de la Nieves, y otra vez sonó la alarma, otra vez corazones acelerados, otra vez maldiciendo las circunstancias.
            Pruebas, analíticas, resonancias, todo un menú completo servido,  frío y a destiempo. Pero ahí estaba nuestro Ernesto, cuya única preocupación eran sus exámenes finales, ¡piénsenlo bien! ¡sus exámenes! ¡tócate los bemoles!
            Tal ha sido la trascendencia de su fuerza de voluntad que los mismos médicos habilitaron una habitación exclusiva para Ernesto, intentando satisfacer su demanda de estudio y compromiso con su futuro, así dispondría de espacio, soledad y tiempo para ejecutar su derecho de estudiante mientras estaba ingresado. Ni los mismos médicos se explican la actitud de este paciente. Es más, estos últimos días, Ernesto recibe mensajes y llamadas de sus doctores preocupándose por las calificaciones de este futuro físico. Por otro lado, la “criaturita” se desplazaba hasta la Facultad para hacer exámenes con una “vía intravenosa” puesta, eso sí, examen terminado y para el hospital. Así que este mal sueño ha dado como resultado una matrícula de honor, tres sobresalientes y lo demás notables.
            Pues bien, me voy a permitir darte una pequeña lección de física. ¿Has oído hablar de Newton?, ¡ese tipejo no decía la verdad con sus famosas leyes!...
            Su primera ley dice:
            “Un cuerpo permanecerá en reposo en movimiento rectilíneo a menos que actúe sobre él una fuerza externa”. Yo te digo que es falso. Sobre ti no ha actuado ninguna fuerza externa para comprender tu coraje,tu voluntad imposible de cuantificar, tu posees esa fuerza innata que es envidiable, inhumana y cósmica. El “reposo” no es una condicionante de ti precisamente, ni siquiera una opción. Tus ideas son claras, concisas y ejecutables.
            Su segunda ley dice:
            “La aceleración que sufre un cuerpo es directamente proporcional a la fuerza externa resultante sobre el mismo”, y bla, bla, bla. ¡Pues no! Tu no das lo que recibes, ni siquiera existe una mínima proporcionalidad. Tu recibes brotes de cansancio, de dolor, de sometimiento, de situaciones incomprensibles y en contraposición,  das amor a borbotones, cariño desmesurado, complicidad y ayuda sin condicionantes, un compromiso casi irreal, sembrando dulzura, perpetuando la amistad y minorizando con sonrisas preocupaciones mayores.
            Y la tercera ley dice:
            “Para cada acción existe una reacción igual y opuesta”. Ja, ja,ja. ¡Que contrariedad! Tu reacción ante la contrariedad es imposible de igualar. La solvencia de tus problemas los resuelves con predeterminación, eliminando de raíz la resignación, rebelde ante la lógica e inconformista ante lo impuesto.
            Y hay una cuarta ley que pocos conocen y dice así:
            Cuando un padre habla de su hijo como lo hace el tuyo, es signo evidente de devoción; orgullo; emanando calificativos repetitivos de valentía; emoción contenida representada en una cara transformada por el amor hacia ti; balanceando esporádicamente su trono de ruedas, motivo suficiente para comprender sus inquietudes, nerviosismo de felicidad e incertidumbre necesario para ser proclamado a los cuatro vientos. Yo creo sinceramente que tu comportamiento, tus méritos, tu condición, tu compromiso e incluso tu sonrisa, hacen volar a lo más alto a este gran padre. Sin trabas, sin peldaños, sin ruedas, sin imposibles tu padre vuela entre cielos de felicidad, nubes de esperanza y soles de ilusión y optimismo.
            Así eres tu Ernesto, y así es tu padre cuando habla de ti. Sólo me queda felicitarte por tu diecinueve cumpleaños. Siempre serás nuestro héroe que tuvo “los coj...”, el talento y el talante necesario para transformar su vida y la de los demás. Gracias por ser como eres.
            FELICIDADES A TI, A TUS PADRES, A TU FAMILIA.

                                                          
                                                                                  Fdo. Salvador Delgado Moya

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