Hace ya un año de mi
publicación hacia el insigne Ernesto González Martín, cuyo título ondeó como
“Rizos de Orgullo”ver aquí. Utilicé la palabrería justa y necesaria, haciendo constar
que no era hipocresía, sino verdades
como puños. Así lo atestiguó la aceptación popular que tuvo.
Pues bien, estos días, compartiendo
la amistad que me une con su queridísimo padre Ernesto, me hace referencia de
los logros y sufrimientos de su hijo.
Ni que decir tiene, que este lugar
puede presumir de unos estudiantes con una categoría y calidad suprema,tanto
humana como intelectual, que llevan al
máximo la consecución de sus objetivos y que da como resultado unos padres
pletóricos, felices y orgullosos.
Pero el inciso que me permito hacer
no es muy normal. Esta “criaturita” (me refiero a Ernesto hijo) marchó a
Granada para desarrollar estudios de Física en la Universidad de Granada. Todo normal. Esfuerzo, noches sin dormir,
nerviosismos, agobios, lejanía con la familia, en fin, un sin fin de trabas.
`Pero estoy convencido que después de pasar por todo lo que ha
pasado, el destino, la casualidad, o la puñetera vida te acecha sin darte
tregua. Y como eres un joven inquieto, necesitabas visitar otro hospital, en
este caso el Virgen de la Nieves, y otra vez sonó la alarma, otra vez corazones
acelerados, otra vez maldiciendo las circunstancias.
Pruebas, analíticas, resonancias,
todo un menú completo servido, frío y a
destiempo. Pero ahí estaba nuestro Ernesto, cuya única preocupación eran sus
exámenes finales, ¡piénsenlo bien! ¡sus exámenes! ¡tócate los bemoles!
Tal ha sido la trascendencia de su
fuerza de voluntad que los mismos médicos habilitaron una habitación exclusiva
para Ernesto, intentando satisfacer su demanda de estudio y compromiso con su
futuro, así dispondría de espacio, soledad y tiempo para ejecutar su derecho de
estudiante mientras estaba ingresado. Ni los mismos médicos se explican la
actitud de este paciente. Es más, estos últimos días, Ernesto recibe mensajes y
llamadas de sus doctores preocupándose por las calificaciones de este futuro
físico. Por otro lado, la “criaturita” se desplazaba hasta la Facultad para
hacer exámenes con una “vía intravenosa” puesta, eso sí, examen terminado y
para el hospital. Así que este mal sueño ha dado como resultado una matrícula
de honor, tres sobresalientes y lo demás notables.
Pues bien, me voy a permitir darte
una pequeña lección de física. ¿Has oído hablar de Newton?, ¡ese tipejo no
decía la verdad con sus famosas leyes!...
Su primera ley dice:
“Un cuerpo permanecerá en reposo en
movimiento rectilíneo a menos que actúe sobre él una fuerza externa”. Yo te
digo que es falso. Sobre ti no ha actuado ninguna fuerza externa para comprender
tu coraje,tu voluntad imposible de cuantificar, tu posees esa fuerza innata que
es envidiable, inhumana y cósmica. El “reposo” no es una condicionante de ti
precisamente, ni siquiera una opción. Tus ideas son claras, concisas y
ejecutables.
Su segunda ley dice:
“La aceleración que sufre un cuerpo
es directamente proporcional a la fuerza externa resultante sobre el mismo”, y
bla, bla, bla. ¡Pues no! Tu no das lo que recibes, ni siquiera existe una
mínima proporcionalidad. Tu recibes brotes de cansancio, de dolor, de
sometimiento, de situaciones incomprensibles y en contraposición, das amor a borbotones, cariño desmesurado,
complicidad y ayuda sin condicionantes, un compromiso casi irreal, sembrando
dulzura, perpetuando la amistad y minorizando con sonrisas preocupaciones
mayores.
Y la tercera ley dice:
“Para cada acción existe una
reacción igual y opuesta”. Ja, ja,ja. ¡Que contrariedad! Tu reacción ante la
contrariedad es imposible de igualar. La solvencia de tus problemas los
resuelves con predeterminación, eliminando de raíz la resignación, rebelde ante
la lógica e inconformista ante lo impuesto.
Y hay una cuarta ley que pocos
conocen y dice así:
Cuando un padre habla de su hijo
como lo hace el tuyo, es signo evidente de devoción; orgullo; emanando
calificativos repetitivos de valentía; emoción contenida representada en una
cara transformada por el amor hacia ti; balanceando esporádicamente su trono de
ruedas, motivo suficiente para comprender sus inquietudes, nerviosismo de
felicidad e incertidumbre necesario para ser proclamado a los cuatro vientos.
Yo creo sinceramente que tu comportamiento, tus méritos, tu condición, tu
compromiso e incluso tu sonrisa, hacen volar a lo más alto a este gran padre.
Sin trabas, sin peldaños, sin ruedas, sin imposibles tu padre vuela entre
cielos de felicidad, nubes de esperanza y soles de ilusión y optimismo.
Así eres tu Ernesto, y así es tu
padre cuando habla de ti. Sólo me queda felicitarte por tu diecinueve
cumpleaños. Siempre serás nuestro héroe que tuvo “los coj...”, el talento y el
talante necesario para transformar su vida y la de los demás. Gracias por ser
como eres.
FELICIDADES A TI, A TUS PADRES, A TU
FAMILIA.
Fdo.
Salvador Delgado Moya
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