Partiendo
de la premisa que no es bueno generalizar, que a veces por unos pocos pagan muchos, que lo menos bueno resalta más que lo
bueno , etc., etc.
Dicho esto,
vengo a considera la actitud de la gran
mayoría de famosos, actores, actrices, deportistas, cantantes, presentadores
y otros que lo son sin mérito alguno. Me
da la impresión, que el hecho de ser popular, conocido, salir en el
papel cuché, les hace ser diferentes al resto de los mortales, trataré de
fundamentar mi teoría.
Hace catorce años se emitió la primera edición de
Operación Triunfo, programa de éxito que rompió todas las expectativas. Sus
participantes eran aparentemente
personas normales como usted y como yo, que casualidad los más populares, los que se convirtieron en
auténticos famosos, casi de inmediato rompieron con sus parejas. Alguno lleva
varios romances, por supuesto con gente de su perfil, otro se ha casado
con una actriz de fama, muy enamorado él. Me pregunto ¿estaría igual de
enamorado si en vez de actriz, fuera cajera del Mercadona?
Los hay que son defensores de causas nobles, se expresan con frases grandilocuentes, son
los más progresistas, pero una alfombra
roja y un photocall les gusta más que a Piqué fastidiar al Madrid, no se pierden un sarao, las
copas no las toman en la terraza o en el bar de la esquina, acuden a los
locales más caros, sus residencias mansiones de alto standing a ser posible en
el extranjero, el bolsillo se lo rascan poco para con los más desfavorecidos
que dicen defender tanto.
La pareja deportista de élite top- model, es de lo más usual, reconozco que futbolistas,
baloncestistas, tenistas y otros, por regla general suelen tener buena planta,
pero hay algunos que no tienes más remedio que pensar, que su compañera de lo
que realmente se ha enamorado es de la Visa por supuesto de Platino.
Presentadoras muy solidarias que quien ose llevarle la
contaría en sus convicciones se lanzan a la yugular metafóricamente hablando.
Son intimas de aristócratas y esposas de
empresarios con un capital sencillamente
mareante, más grande que los presupuestos generales de cualquier país de
África. Salen en portada de las revistas del corazón, celebrando suntuosas
fiestas de cumpleaños y si se casa una hija, contratación de vigilantes de
seguridad para que no sea captada por los fotógrafos para así vender la
exclusiva, no se tienen noticias que al menos una parte de los pingües
beneficios de la exclusiva fuesen para alguna ONG.
Es de justicia reconocer que las gentes de a pié
tenemos una actitud tramoyista con los especímenes reseñados. Un ejemplo, si cerca
tenemos a personas consumidoras de estupefacientes, desaliñados dando mala
imagen, lo que deseamos es que lo retiren de nuestra presencia, nos basta con
no verlos. Pero si algún famoso es consumidor demostrado, le perdonamos su
adicción, hasta la justificamos con la ironía que su arte le sale cuando está colocado, damos
nuestro beneplácito para que se rotule una calle con su nombre o se coloque un
busto en la plaza del pueblo.
Concluyendo, disfrutaré con sus películas, me
emocionaré con sus logros deportivos, me deleitaré con sus canciones, admiraré
sus cuerpos esculturales (femeninos por supuesto), veré oiré los programas de
radio y televisión que conduzcan. Pero entre esos tipos y yo no hay nada en
común, con eso no quiero decir que sea mejor que ellos, simplemente que
pertenecemos a mundo distintos.
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