Ecce Homo de Borja. Antes y después de su restauración |
El primo concejal, le ofreció
el puesto de barrendero, para ello debería pasar una pequeña prueba escrita.
Como el buen hombre era analfabeto total, para no saber, ni firmar, no pudo superar
la prueba, por tanto no pudo acceder al trabajo.
Desesperado, partió al
extranjero, a la aventura. Pasado un largo tiempo, regresó al pueblo, ya como
una persona con muchos posibles, se ve
que le fue bien en tierras lejanas.
Conversando con un amigo de la infancia, se
jactaba de todo lo que había atesorado. El amigo, convino decirle, que se
extrañaba de tantas riquezas, si cuando marchó no sabía
firmar. A lo que nuestro personaje sentenció “Si hubiese sabido firmar, hoy
estaría de barrendero”.
Vengo a contarle esta fábula,
porque ha salido recientemente en los medios. Que se ha inaugurado un centro de
interpretación, del “Ecce Homo “de Borja.
Pocos errores como el que
aconteció a la talla del Ecce Homo, cuando la señora Cecilia Giménez, más que
restaurarlo, lo destrozó, por supuesto que no dudo de la buena intención de la
señora. Como decía, pocos deslices, serán tan bien recibidos.
De haber sido exitosa la
restauración, hoy visitarían Borja, ese pequeño pueblo de la provincia de
Zaragoza, unos cuantos turistas.
Sin embargo ese bendito error,
ha conseguido que sean miles los visitantes,
no solo nacionales sino fuera de nuestras fronteras. Hasta el punto de
inaugurar un Centro de interpretación,
¡Ahí es nada!
Según informaciones, la talla
no tenía un elevado valor artístico, en su estado original, circunstancia que
viene a corroborar mis palabras anteriores. Lo que realmente le ha dado
transcendencia, es la equivocación, falta de conocimiento, profesionalidad o lo
que fuere de Cecilia Giménez.
Metedura de pata que le ha
hecho, sin pretenderlo ser famosa. Ella, el pueblo y por supuesto la talla.
A veces la vida es caprichosa,
lo que en principio está mal, termina
siendo lo mejor y lo contrario.
Ya lo decía mi abuela .¡ No se
sabe como acertar!
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