Hay
 días, durante la semana,  que el aire en un cierto lugar es vapuleado a
 conciencia, por un grupo de  increíbles, valientes y admiradas 
mujeres.  Les explico...
 Algunas
 de nuestras protagonistas se levantarán al alba, tomarán un pequeño 
desayuno, harán las tareas prioritarias de la casa y se enfundarán una 
ropa lo suficientemente cómoda para empezar con ilusión la revolución de
 su cuerpo y su espíritu.
 Bajo
 la batuta de la incombustible Charo- a la que hay mucho que agradecer- 
empiezan a funcionar bajo una misma sinfonía los músculos y huesos de 
nuestras “chicas”. ¡Que empiece la música!
 El
 ambiente cargado de compañerismo, adoctrinadas para ejecutar los 
ejercicios con predeterminación. No hay parada, no hay descanso. Con una
 música pegadiza de fondo, estas intrépidas féminas demuestran cómo se 
hacen las cosas con ilusión, compromiso, dedicación y mucho esfuerzo.
 ¿Entretenimiento?
 ¿Con vuestra edad? Creo que lo de vosotras es de otra galaxia, no es 
normal. No es normal que abuelas con sesenta, setenta y ochenta años 
luchen contra la fuerza de la gravedad, como lo hacéis vosotras, con los
 achaques cotidianos pertinentes, y todo acompañado con una inmensa 
sonrisa, signo inequívoco de que estáis disfrutando con lo que hacéis.
 La
 escena es digna de una secuencia de la película “Fama”, con menos 
intensidad y menos complejidad, pero con las mismas ganas, cargando las 
pilas con intenciones positivas, sonriendo ante el sufrimiento y 
echándole un pulso a lo establecido.
 Y
 lo bonito de esta historia, aparte de las protagonistas, es el tiempo. 
El tiempo que lleváis convirtiendo la ilusión en realidad; dándole 
analgésico natural a rótulas descalcificadas; engañando a esa puñetera 
artrosis; ablandando con continuidad la rigidez de las cervicales; dando
 calor a lumbalgias; reseteando mentes cargadas de años que no quieren 
resignarse a la inmovilidad; dándole verdadero significado a la 
definición de “poder y querer”; cómplices y amigas de batallas diarias a
 ritmo de música tecno, bachatas, merengues y cumbias.
 ¡Estas son las superabuelas! Las que consiguen con su esfuerzo ser admiradas y aplaudidas.
 Para
 algunos quizás las hazañas que realizan no sean  motivo suficiente para
 ser homenajeadas, pero si os digo  la verdad, sobran motivos, sobran 
palabras, sobran escusas, sobran imposibles, sobran  muchas cosas y 
faltan mujeres como vosotras, esposas como vosotras y abuelas como 
vosotras para darnos lecciones a otros y otras más jóvenes de cómo 
puedes llenar tus músculos de cansancio pero con gusto, cómo avivar el 
corazón a ritmo de ilusión, cómo levantar ánimos decaídos a golpe de 
esfuerzo, y cómo endulzáis vuestra vida y la de la familia con las 
inconmensurables ganas de vivir y seguir disfrutando de la vida.
 Por
 todo ello, que sepáis que al igual que yo, habrá mucha gente que no 
tenga ningún tipo de dudas en que,  cada vez  que os ejercitéis, cada 
vez que vuestros huesos crujan, cada vez que vuestros músculos se 
estiren al máximo, cada vez que bailéis alzando brazos y piernas, cada 
vez que hagáis eso, sois merecedoras de medallas de oro en la categoría 
de coraje, valentía, osadía y atrevimiento.
 El
 Club de Gimnasia de Mantenimiento de Tesorillo año tras año (y ya van 
más de treinta) está batallando diariamente, con mucho esfuerzo, pero 
también con mucha ilusión, fe y ánimo,  alimentando el deporte, el 
sacrificio, el sufrimiento comedido, para crear una simbiosis perfecta 
con la vida, con la familia, con las amistades y con el propio cuerpo 
por y para el bienestar de vosotras y también, el nuestro.
 Porque
 la felicidad que irradiáis sobre la tarima de esa sala es digna de 
alabanza, meritoria de principio y fin, merecedora de ser divulgada y 
transmitida sin añadirle nada, porque la esencia principal y necesaria 
de un trabajo exquisito y elegante la ponéis vosotras.
 Entre
 las chicas puedo y debo y dar las GRACIAS a:  Caroli Segovia, María 
Moreno, Paqui Oliva, Mª Carmen Orcha, María Ruíz, María Padilla, 
Angelita Oliva, Francis Cobalea, Irene Navarro- Isabel León, Pepi de la 
Flor, Pepi Gutiérrez, Rosario Merchán, Sofía, Teresa y Mari Ortiz, 
Araceli Sánchez, Antonia Ocaña, Inma Galiano, Ángeles Gallardo, Ana Rosa
 Bañasco, Ana Mª García,  Ani Serrano, Isabel Millán, Lourdes Martín, 
Adela García, Ana Castro, Rosario Gutiérrez, Margarita, Pepa Cano, 
Antonia Rodríguez, Josefa Ramos,  Delia, María Cinta, Juani Jarillo, 
Juani Díaz, Juani Vázquez, Rosa Leiva, María Vicario, Beli Peña y Marina
 Segovia.
 Y
 desde aquí quisiera mandarles un beso enorme a las añoradas y queridas 
Maruja Benítez, Conchita y Ángeles Fernández, porque si escucháis algún 
eco cuando estáis con vuestro periplo gimnástico, seguramente serán 
ellas que desde el cielo estarán haciendo lo mismo,  riendo y alentando 
vuestro esfuerzo.
 Sin
 más me despido, pidiendo perdón si alguna heroína faltase en las 
menciones anteriores. Solo me queda deciros que me siento orgulloso de 
vosotras, de todas vosotras, de nuestra insigne e 
inigualable Charo, de vuestro compromiso, de vuestra actitud y sobre 
todo del mensaje de rebelión para haceros la vida más feliz, para 
hacernos a todos la vida más feliz.
                                                                                            Salvador Delgado Moya
Artículo aparecido en el Libro de Feria del 2018.
 

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