martes, 2 de junio de 2020

Santa Martina: Por Pacurro


Voy a hablarles son sus permisos, de los habitantes de una localidad de la España profunda que tiene por nombre Santa Martina. 
Son personas muy longevas,  gozan de excelente salud , a diferencia de otras poblaciones vecinas,  las visitas al médico son  escasas. Al respecto no se han hecho estudios científicos algunos, circulan teorías  como que su ubicación geográfica les hace tener un microclima muy saludable, que si las aguas de un nacimiento natural tienen propiedades sanadoras. Yo mantengo la teoría empírica que el secreto es su manera de afrentar el vivir cotidiano, su filosofía particular ante la vida. 

Los sanmartinos , trabajan lo preciso ni más ni menos, lo justo y necesario, son casi imperturbables, por no decir del todo, el término estrés no está en sus diccionarios . Les muestro varios ejemplos y cada uno que extraiga las conclusiones que fueren. 
Don Fausto es un octogenario que goza de excelente salud, nada raro en el lugar. Don Fausto es  Alcalde de hace más de cuarenta años. Lo fue en la dictadura y lo sigue siendo en la democracia, elección tras elección gana con mayoría absoluta. 
El Alcalde ni quiere ni crea problemas, conocedor como nadie de sus representados, sabe dar a cada uno lo suyo. Si usted pregunta a cualquiera el porqué de tan dilatado gobierno, la respuesta siempre es la misa, lo que funciona bien no hay porque cambiarlo.
Don Rigoberto  el médico, oriundo del pueblo no le va a la zaga al Sr. Alcalde. Una señora ya bien entrada en años, le acucia constantemente  para que le recete algo, pues según ella los dolores le martirizan, aunque esos dolores cesan en cuanto entabla conversación con alguna vecina. El doctor siempre le da la misma respuesta. Mira Anica, hay dos tipos de enfermedades, las que no tienen solución y las que se sanan solas, no hace falta que te recete nada.
Juanito el pastor disuadió a un pobre hombre de una localidad limítrofe que quería poder fin a sus días en este valle de lágrimas. Al ser preguntando cómo lo consiguió, sin darse importancia alguna, sin regodearse en el éxito, explicaba cómo consiguió disuadir    a un desesperado que pretendía ahorcarse. Su argumento principal que esgrimió ante el suicida es que había elegido una rama no lo suficiente fuerte para soportar el peso, que corría el riesgo que se truncará, siendo una verdadera pena que estropeara a la encina con lo frondosa que estaba. 
Ramón  Márquez el barbero, conocido por todos como maestro Márquez, tiene su peluquería en la plaza del pueblo,  en una esquina justo al lado de la Caja de Ahorros, su barbería es el centro de reunión  y tertulia,  allí se leen  periódicos con varias fechas atrasadas, no importa mucho, no crean que a modo de otras barberías se discute de toros o de fútbol, en Santa Martina, no se discute , se dialoga y sin algún osado se acaloraba lo más mínimo, el resto se levantan y le dejan solo con el maestro Márquez, este leyendo cualquier revista antigua le castiga ignorándolo.


 Un día bajó  al pueblo para corte de pelo y afeitado Silvestre Ramos, conocido por todos como el ermitaño, ya que como tal vivía. Una vez aseado, le comunica al maestro Márquez, que no podía abonarle el servicio  pues estaba a la espera de cobrar unas reses que había vendido recientemente,  pero no quedó ahí la cosa, sino que además le pidió una cantidad de dinero prestado hasta que cobrará las reses. El maestro Márquez lejos de negarse en rotundo, consciente que no podía desprenderse de esa cantidad ,  ya que la necesita para él y su familia. En tono coloquial como si con el no fuera la cosa va y le espeta.  Mira Silvestre  te prestaría de buen grado el dinero que me pides, pero tengo un problema,  hace unos días he contraído un contrato con los del al lado, (refiriéndose a la Caja de Ahorros ) ,  de común acuerdo nos hemos comprometido, que ellos no pueden pelar ni afeitar y yo no puedo prestar dinero, comprenderás que los contratos hay que cumplirlos.
Andrés Mota como la inmensa  mayoría de los lugareños se ajusta al perfil. Andrés contrajo matrimonio con una señora de la capital, al parecer a través de un pariente común que ejerció de Celestina , de no ser así se hubiese quedado soltero de por vida. Después de dos años de matrimonio la esposa se hartó sencillamente de que no pasara nada, Santa Martina le ahogaba, un día sin avisar cogió las de Villa Diego y dejo a Mota compuesto y sin mujer. Al cabo del tiempo la buena señora visitó al pueblo pero no vino sola le acompañaba su nueva pareja. 
Estando Andrés jugando la partida de todas las tardes en el casino, uno de los contertulios sacó el tema a relucir, sin  inmutarse con la vista puesta en los naipes,  respondió. --Si ya me he enterado que nos ha visitado mi esposa  que venia acompañada de su marido. 
Estos son algunos ejemplos de los habitantes de Santa Martina, hagan sus cávalas del porqué de la excelente salud y longevidad de los sanmartinos 

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