sábado, 2 de agosto de 2025

Gavilán: más de 50 años demostrando que la fontanería no tiene género


 

Gran parte de las mujeres que trabajan en Fontanería Gavilán 



 Pacurrro

Dicen que las grandes marcas no nacen de la nada, sino del tesón, del sacrificio callado, del trabajo diario, de la constancia a prueba de modas. Así nació Fontanería Gavilán, en el corazón de Guadiaro, allá por la década de los 60- de la mano de una buena persona, un  modesto fontanero, Manuel Gavilán, y su inseparable compañera de vida y trabajo, Josefa Domínguez. Juntos, con humildad y sin más capital que sus manos y sus ganas, levantaron una empresa que da trabajo a 62 personas, más los familiares que también trabajan en ella,  que hoy sigue siendo referencia no solo en la comarca, sino en muchos kilómetros a la redonda. Con el tiempo el local, se trasladó a Pueblo Nuevo de Guadiaro, a uno más moderno más espacioso 
Pero si algo ha distinguido desde sus inicios a esta empresa familiar no ha sido solo su profesionalidad o su cercanía al cliente, sino su firme apuesta por la igualdad entre hombres y mujeres, cuando todavía ese término no se había instalado en el vocabulario empresarial ni social. Así me lo recuerda su hija Noelia, actual Administradora-Gerente desde 1998, cuando su padre —visionario y valiente— confió en una mujer para liderar una fontanería. Toda una declaración de intenciones.
La igualdad se respiraba ya desde pequeña, nos cuenta Noelia. Bastaba con ver a su madre en el día a día: atendiendo en tienda y almacén, descargando mercancías pesadas como bañeras de hierro fundido o tuberías galvanizadas. Nada de tareas “para hombres” o “para mujeres”. Solo trabajo, compromiso y ejemplo.

 

Fachada de local, arriba a la izquierda Manolo Gavilán ( q.e.p.d.)

A lo largo de los años, por Fontanería Gavilán han pasado y permanecen muchas mujeres que han dejado huella y siguen haciéndolo. Ángeles, Fabiola, María Ángeles, Monica, Miriam, Laura, Pepi, Susana, Elena… En administración. Genoveva, en limpieza. Gema, en tienda y almacén. Paola, mecánica desde 2006. Lucía, que este verano repite como aprendiz. Marta,  Andrea y Samara, llevan varios veranos  como ayudantes de fontanería. Todas ellas con un denominador común: ganas de aprender, compromiso, competencia.
Porque en Fontanería Gavilán no se contrata por género, sino por actitud y capacidad. Porque allí se apuesta por las personas, por el talento, por el trabajo bien hecho, sea quien sea quien lo haga.
Hoy Manuel Gavilán no está entre nosotros, pero su legado sigue vivo. Tan vivo, que su nombre da identidad a una calle de Pueblo Nuevo. Y también da ejemplo, sin ruido, sin pancartas, de que otra forma de hacer empresa —más humana, más justa, más igualitaria— no solo es posible, sino que es rentable y duradera.
Ese legado lo han recogido sus hijos, su familia,  que han continuado con la empresa manteniendo intactos los valores que la hicieron grande: el esfuerzo, la honestidad y la igualdad. Porque en Fontanería Gavilán no sé heredan solo llaves y herramientas, también se hereda una forma de entender el trabajo y la vida.
En tiempos donde aún cuesta ver mujeres en ciertos oficios, Fontanería Gavilán lleva décadas rompiendo moldes con naturalidad. Por eso merecen este sencillo homenaje. Porque con ellos, la igualdad dejó de ser discurso para convertirse en realidad.

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