Conversando con un buen amigo. En plena charla me dice que a a las 10:30 horas tenía peluquería, que había tenido que pedir número con cinco días de antelación.
Como han cambiado las cosas. Antes no se hubiese utilizado el término peluquería, sino barbería , lo de pedir número ni imaginarlo.
La barbería era algo más que el lugar donde cortaban el pelo y/o te afeitaban. En una barbería se discutía de toros y fútbol, se comentaban los chismorreos pueblerinos, en voz bajita y mirando para los lados, también se hablaba de política.
Se repasaba toda la vida social del pueblo, pocos podían escapar al severo escrutinio de los contertulios.
Si demandabas los servicios del maestro barbero, lo hacías sin prisas, eras consciente que podías aguardar hasta horas tu turno.
Lugar para ojear periódicos, no importaba que fueran cuatro días atrás. Directamente te ibas a la página de deportes y después a la información taurina.
En mucha de ellas, se extraían piezas bucales, el barbero a la vez se convertía en saca-muelas.Hay que resaltar la figura del barbero, al que todos llamábamos maestro. Toda una declaración de intenciones, ya que su opinión tenia valor de ley.
Si a eso le unimos el extraordinario sentido del humor, como tuvo el siempre recordado, maestro Andrés Sarrias. Valga esta anécdota . Un día un cliente no solo le dejo el servicio fiado, que le pidió una cantidad de dinero prestado, según las crónicas, se acercaba mucho a la recaudación del día.
El maestro lejos de amilanarse o negar la mayor, con todo el ingenio del mundo , le responde.
--Mira Fulano, he hecho un trato con los de enfrente (Banco Español de Crédito). Ellos se han comprometido a ni pelar ni afeitar y yo a no prestar dinero. Te lo daría gustosamente, pero los tratos están para cumplirlos.
Era curioso como muchos de los maestros barberos, tenían inquietudes artísticas . Recuerdo en mi población como Doroteo Vallecillo, tocaba y muy bien el laúd y la bandurria. El maestro Alfonso Medina, el clarinete.
Las largas colas en vísperas de feria. Era un ritual, la feria todos los varones con el pelo cortado. Trabajaban a destajo hasta altas horas de la madrugada, casi todo el mundo aguardaba la víspera de las fiestas para cortarse el pelo.
Todo cambia y las barberías no iban a ser menos. Ahora se tiene cita concertada, te atienden rápidamente y a otra cosa mariposa.
Yo me quedo con la esencia de las antiguas barberías. Claro que los actuales peluqueros no tienen mucho negocio con mi cuero cabelludo por razones obvias.
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