domingo, 12 de mayo de 2019

El Muerto vivo

Soldados en la guerra civil española.
No quiero frivolizar con la historia que a continuación voy a relatar, ni mucho menos, pero se presta a la broma, dentro del respeto que merece.
En 1965, el compositor colombiano  Guillermo González Arenas, compuso la canción El Muerto Vivo, basándose en una historia real. Alguien que dieron por muerto apareció vivito y coleando. Dos años más tarde Peret la adaptó, como rumba con gran éxito de ventas.
¿Recuerdan el estribillo?



Y no estaba muerto no no
Y no estaba muerto no no
Que estaba tomando cañas
Ay, lere lere 

Mucho antes, a principio de los años 40 del sigo pasado en San Martín del Tesorillo, sucedió un caso similar. El tesorillero Juan Sánchez López, nacido el 09/10/1914 y fallecido el 15/11/1978, hijo de Cristóbal y María. Por motivos de nuestra tragedia nacional la guerra civil fue movilizado y mandado al frente.
Cuando un soldado fallecía en el frente o cualquier otra circunstancia, el regimiento correspondiente  comunicaba la baja a su ayuntamiento de residencia, siendo esta entidad la encargada de transmitir la terrible noticia. Ese fue el caso de nuestro Juan, en los últimos compases de la contienda a su familia le comunicaron su baja. Contaban que le ofrecieron una misa de difuntos, a la que asistieron la casi totalidad de la población adulta, tanto que tuvieron que abrir las puertas del templo, para que desde el exterior la gente oyera la celebración religiosa.
Su madre lógicamente vistió de luto riguroso. vestimentas negras, pañuelo o velo a la cabeza negro y medias negras, todo ello unido a la gran pena de perder un hijo con veinte y tanto años.
Pasado un año o año y medio de la fatal noticia. Juan a pesar de los papeles oficiales, que vaya craso error cometieron, no estaba muerto estaba vivo. No se sabe porqué tardò  el volver, quizá estuviese prisionero, o en un hospital, vaya usted a saber. Lo que si ocurrió es que aparece por Tesorillo. Algo debería saber de su presunta muerte, porque decide hacerlo de noche y estar varios días oculto,  hasta que preparasen a su madre, por  miedo al impacto sencillamente brutal.
Entra de madrugada al pueblo y divisa a los lejos varias mujeres que estaban llenando cantaros de  agua en la fuente, identifica a una de ellas como su madre. No se hace visible y se aloja en una choza  a las afuera del pueblo, contacta con amigos íntimos y les pide que preparen a su madre, para la noticia, su  Juan no había muerto.
Los conocidos comenzaron a dar la noticia de manera suave a María. " Seña María dice que han visto a su Juan en Málaga", la madre por supuesto incrédula, un par de días más tarde, " Han visto a su Juan en Algeciras", hasta que lógicamente Juan apareció. Sin duda la escena, de una madre vuelva a ver a un hijo  al que creía muerto,  es indescriptible, lo dejo a la imaginación de nuestros lectores.
Los andaluces que tenemos mucha retranca y mayor guasa, a partir de aquella fecha, Juan fue conocido hasta su muerte como " Juanillo El Muerto". 
Juan fue un hombre anárquico, sin grandes pretensiones se conformaba con poco. Construyó una casa con piedras y barro, con cubierta de tejas alicantinas, solo una pieza, no hizo división alguna, no existieron tabiques interiores, que distribuyesen la casa, lo mínimo para no vivir en la intemperie.
Contrajo matrimonio ya madurito, no tuvo descendiente. Poseedor  de un humor peculiar, a su esposa que se llamaba Ana, la nombraba por Azucena, tanto que el resto del pueblo terminó por conococerla  por ese nombre. Su boda fue peculiar, con una anécdota única en la historia de Tesorillo. Ana o Azucena, como mejor gusten, ha sido la única novia, que fue conducida por el padrino hasta el umbral de la iglesia en burra.
El padrino fue Jesús Oliva, padre de Jesús Oliva Parra, al parecer ese día sustituyó a su hermano Juan, que se encontraba enfermo. Juan hombre de excelente humor, convenció a la pareja para llevar a la novia en burro hasta el altar. La asistencia a la ceremonia conyugal, fue tan numerosa como a la misa de difuntos ( de un difunto que no era difunto).
Juan falleció joven, con  solo 64 años, en unas condiciones un tanto lamentables, quedó viudo. La soledad puede que le hiciese volverse  un tanto huraño, descuidó la higiene y se abandonó
 Quienes  todavía lo recuerdan como Jesús Oliva Parra, nos comenta, que fue un hombre fiel, amigo de su padre, dispensando una amistad sincera, sin pedir nada a cambio, Jesús  lo define como una buena persona.

 Pacurro, mayo 2019

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